La Confirmación

El día de su bautismo, el niño no se da cuenta del rito que la Iglesia celebra para pedir que sea marcado como hijo de Dios. Juan Bautista ---como dice el Evangelio--- también fue bendecido por el Espíritu Santo en el mismo materno. Al niño pequeño, sus padres lo llevan a "kinder" porque quieren que se inicie en la vida cultural. El niño no sabe a qué lo llevan a la escuela; sus padres sí conocen de sobra para qué llevan a su niño a la escuela; quieren lo mejor para él; lo inician en el maravilloso mundo de la ciencia. Al niño pequeño lo llevan sus padres a bautizar porque quieren para él lo mejor; que sea hundido ---bautizado--- en Jesús. Que sea bendecido por Dios. Es ridículo afirmar que hay que darle opción al niño para que decida si quiere que lo bauticen. Un cantante popular, en una de sus canciones, protesta porque a los dos meses sus papás lo llevaron a bautizar sin consultarlo. Pero este cantante no ha meditado en que sus padres tampoco lo consultaron para llevarlo desde infante a la escuela; y no creo que les eche en cara a sus padres que no le hayan pedido su opinión al respecto para iniciarlo en el mundo de la cultura.


En nuestra Iglesia católica, el Bautismo y la Confirmación forman un "bloque". en el Bautismo, los papás y padrinos se comprometen a ayudar a desarrollarse espiritualmente al niño; a encontrarse personalmente con Jesús para pedir, él mismo, un día, la Confirmación.

La Confirmación, en nuestra Iglesia, se administra cuando joven cuenta de 14 a 18 años. Cuando ya sabe qué significa aceptar a Jesús, hundirse en Jesús. En ese momento, la familia acompaña al joven para su Confirmación. Para que confirme, expresamente, lo que sus papás y padrinos se propusieron el día de su Bautismo.


A este paso debe llegar el joven, por medio del ejemplo cristiano recibido en su familia; sobre todo de parte de sus papás. El, al ver cómo "funciona" bien el cristianismo en los miembros de su familia, debe estusiasmarse y pedir de corazón "confirmar" lo que sus papás y padrinos hicieron en su nombre el día de su bautismo.


Es difícil que un joven llegue a dar este paso, "de corazón", si en su familia no ha recibido el impacto de una vivencia cristiana. Muchos jóvenes llegan ---lastimosamente--- a la Confirmación, por fuerza de las circunstancias; porque ya cumplieron la edad establecida, porque quieren adquirir un "diploma" para luego poderse casar por la Iglesia. Si alguno no llega a la Confirmación, "de Corazón", propiamente no es un cristiano "en Espíritu y en Verdad"; es un cristiano "de nombre" ¡Y pensar que no son pocos los que pertenecen a esta categoría de cristianos en nuestra Iglesia! En un hogar, al niño, al adolescente se les ayuda a hacer casi todo. Pero cuando llegan a su mayoría de edad, se les exige que demuestren su madurez, que colaboren más activamente en los trabajos de la casa. Al joven que recibe la Confirmación, eso es lo que la Iglesia le pide: que sea un cristiano activo; que haga brillar la luz de Jesús, que, hasta la vez, le estuvieron cuidando sus papás. Ahora se le pide que él lleve esa luz a los demás, a sus amigos, a los desconocidos, sobre todo, a los jóvenes como él.


Por lo general, se celebra poco, en las casas, este acontecimiento. Como que no fuera motivo para una fiesta familiar. Es porque la familia no ha captado el sentido profundo de lo que debe significar que un joven, "de corazón ", pida "confirmar" lo que sus papás y padrinos hicieron en su nombre el día de su bautismo. Habría qué meditar, muy en serio, en la familia, en lo que significa este acontecimiento eminentemente familiar.

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