Aprender a escuchar a Dios

Jesús fue a una casa a visitar a Marta y María. El Señor, ese día, les hablaría de algo muy importante. Las dos hermanas escuchaban el mismo mensaje; pero las dos no estaban captando lo mismo: María se había sentado a los pies de Jesús, mientras Marta iba y venía preocupada por la cena del señor. Jesús le llamó la atención a Marta; le hizo ver que estaba afanada por algo puramente material y se estaba perdiendo lo principal, "la mejor parte", su mensaje (Cfr. Lc 10, 41).  Este reproche se debería hacer extensivo a muchas familias, afanadas en muchos quehaceres materiales y totalmente alejadas de la oración, de la meditación de la Palabra de Dios.

Siempre se alega que "no hay tiempo"; es una piadosa mentira que nos hemos fabricado para ocultar que tenemos tiempo para las telenovelas, los noticieros, los paseos, pero no tenemos tiempo para Dios. En medio de un mundo afanado por lo material, somos como Marta; con el pretexto de conseguir el pan de cada día, nos estamos privando del "pan espiritual" de la Palabra de Dios. El señor nos vuelve a reprochar, como a Marta, y nos hace ver que estamos perdiendo "la mejor parte". "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios", nos repite Jesús.

Salomón, un día, le hizo al Señor una petición maravillosa: "Dame un corazón que sepa escuchar" 1R 3, 9. Esa debe ser la oración de toda la familia. Hay que aprender a escuchar diariamente su Palabra. Dios quiere dirigir la familia, quiere mostrarle el camino de la paz, de la concordia, de la felicidad. El salmo 1 lo dice claramente: será feliz el hombre que día y noche medite en la ley del señor. Familia que unida se esfuerza en escudriñar la Biblia para encontrar la voz de Dios, será una familia feliz. El Señor será "lámpara para sus pies y luz en su sendero" (Sal 119). Familia que se deja conducir por la Palabra, será un árbol lleno de frutos maduros. De bendiciones.

Toda familia pasa por momentos de crisis, de desconcierto. De frustración. Cuando los discípulos de Emaús entraron en un período de crisis espiritual, Jesús para levantarles el ánimo, echó mano de la Escritura; los confrontó con el plan de Dios en las Santas Escrituras. De pronto, los discípulos de Emaús sintieron que "les ardía el corazón" (Lc 24, 32). Toda familia que en sus momentos críticos escudriña las Escrituras, se va a encontrar con el Señor, que les va a hablar, que los va a consolar, a reanimar; les va a señalar el camino exacto. "Nos guía por el sendero recto haciendo honor a su nombre",  dice el salmo 23, refiriéndose al Buen Pastor.

En la Biblia, la familia se encontrará con el buen Pastor, que los irá llevando "a aguas frescas y verdes pastos". Entonces "aunque les toque pasar por valles de sombra, no van a temer ningún mal porque su vara y su caballo los va a sosegar" (Sal 23).

Una familia que, como María, se sabe sentar, a diario, ante la Palabra,  será una familia que no podrá desviarse del buen camino y, que, indefectiblemente, será conducida por el "sendero recto". Una familia que en sus momentos de tribulación acude a la Palabra, se encontrará con el Señor que les hará "arder el corazón", como a los discípulos de Emaús.

San Pablo señala que la Biblia es útil para ENSEÑAR, para CORREGIR, para EDUCAR en el camino de la rectitud. Allí se encuentra una verdadera mina de enseñanzas, de ejemplos atractivos para que el niño, el joven los esposos se entusiasmen por enfilar por el camino de la salvación. Muchos padres de familia se afanan en que sus hijos tengan un buen colegio, que puedan estudiar en el extranjero. Pocos le dan importacia a la felicidad que se deriva de "meditar día y noche en la ley del Señor". Lo más importante para un ser humano no es lo que tiene o sabe, sino lo que se "es". Allí está la felicidad que nos enseña, mejor que cualquier otro libro, la Sagrada Escritura.

Como María que se había sentado a los pies de Jesús, para escuchar el mensaje, asi tambien nosotros tenemos que saber escuchar el mensaje nunca es tarde para reflexionar y que mejor momento para empezar la meditación de la Palabra de Dios.

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