LA ORACIÓN EN LA FAMILIA

Uno de los grandes valores, que casi ha desaparecido en los hogares, es la oración en familia. La visa moderna, con sus apretados horarios, con sus carreras locas, ha hecho que las familias vayan perdiendo la espiritualidad, el sentido de lo sobrenatural. Como dicen los tégnicos, ha ingresado la "secularización", la paganización de la familia. No se puede pretender que un hogar goce de las bendiciones de Dios, si le falta lo esencial: la oración en familia, que es uno de los valores eminentemente cristianos que deben rescatarse para poder salvar nuestras familias de esa oleada de paganismo que está invadiendo nuestra sociedad.

Familias ejemplares

En la Sagrada Escritura desfilan varias familias muy religiosas, que gozan de la bendición de Dios. Adán y Eva, antes de su pecado, de su desgracia, "platican" con Dios. De esta manera la Biblia acentúa la oración de Adán y Eva. Platicar con Dios es comunicarse con El, orar.

Noé y su familia se unen ante los desprecios de los que se ríen de ellos porque están construyendo una enorme barca lejos del mar. Esta familia demuestra su alto grado de religiosidad cuando, al terminar el diluvio, lo primero que hacen es levantar un altar para dar gracias a Dios.

En un momento de crisis religiosa en la nación, cuando muchos se desviaban hacia los dioses paganos, Josué se adelanta ante los jefes de las varias tribus y les dice: "Mi familia y yo serviremos al Señor" Jos 24, 15.

En el Nuevo Testamento se pone de relieve la religiosidad de la familia de Jesús. José y María se agigantan como una familia eminentemente espiritual. Van al templo para presentar al Niño. Se imponen una larga caminata anual para cumplir con los ritos propios del pueblo judío en el templo de Jerusalén. El Niño, cuando se queda en el Templo, aparece "discutiendo" con los doctores de la ley. Este Niño ha recibido una educación religiosa suficiente como para capacitarlo para "discutir" con los  doctores de la ley.

Cuando regresan a Nazaret el evangelista apunta que volvieron a Nazaret y "el Niño crecía en estatura y en sabiduría delante de Dios y de los hombres" Lc 2, 52. Aquel Niño ha recibido una formación integral. Crece no sólo en estatura, sino en espíritu.

Una de las constataciones más lamentables en nuestros hogares, es ver a muchachotes que superan en estatura a sus mismos padres, pero que espiritualmente son unos "enanitos". El "infantilismo" espiritual es algo "normal" en muchos hogares. A esos jóvenes se les ha dado de todo: saben inglés, computación, han podido asistir a la universidad; pero espiritualmente son unos novatos. Ignoran lo esencial de su religión. Espiritualmente no se han podido desarollar porque no ha habido una familia que les ayudara a crecer en "estatura y espíritu". Cuando la oración está ausente de un hogar, no se puede haber crecimiento espiritual en los miembros de la familia.

Publicar un comentario

0 Comentarios