El Autentico Amor

Es tan dificil poder asegurar que amamos a los demas. Nuestros hechos anulan nuestros discursos acerca del amor. Solo Jesus pudo decir con libertad: "Amense unos a otros como yo les he amado" Jn 13, 34.

En el huerto de Getsemani, a Jesus le invadio el terror ante la inminencia de su pasion. El sabia que por medio de su sacrificio iba a  salvar a los hombres; por eso acepto el caliz que Dios le presentaba. Lo hizo por amor. Bien dijo el mismo Jesus que "no hay amor mas grande que el del que da la vida por un amigo" Jn 15, 13. El amor de Jesus es un amor "de sacrificio". Se entrega a su dolorosisima pasion porque ama a los hombres y quiere que se salven.
En la ultima cena, el Senor ya sabia que los Apostoles lo iban a traicionar; sin embargo, los llama "amigos"; les lava los pies; reza por ellos para que puedan volver al camino recto despues de haber sido "zarandeados" por el espiritu del mal. El amor de Jesus es un amor "comprensivo". Acepta a los demas como son, con sus virtudas y sus fallos.


El amor de Jesus es un amor "perdonador". A Pedro le anticipa que antes de que cante el gallo, lo negaria tres veces. Por que tuvo que mencionar Jesus al gallo? Queria darle a Pedro una senal de tipo auditivo. Cuando, mas tarde, Pedro escucho el canto del gallo, se acordo de que Jesus ya se lo habia profetizado; que ya le habia anticipado que habia rezado por el, es decir, que Jesus ya lo habia perdonado previamente. Si Pedro no hubiera escuchado el canto del gallo y no se hubiera acordado del perdon anticipado de Jesus, se hubiera derrumbado sicologicamente ante su tamana traicion. Pedro, al recordar el amor perdonador de Jesus, se puso a llorar "amargamente"; eso lo salvo de la desesperacion.
El amor sacrificado, comprensivo y perdonador de Jesus es el patron para poder evaluar nuestro propio amor.


  • Nuestro amor?

En muchos matrimonios se estila el amor "comercial". Viven en la continua competencia del "te doy para que me des". Si el no da, ella lo castiga sexualmente; el, por su parte, contraataca con una venganza de tipo economico. Y asi se les pasa el tiempo. El dia que uno de los dos acepte que amar es "sacrificarse" por el otro, tendra que renunciar a su actitud comercial en su relacion matrimonial para buscar el bien del otro. En ese momento habra comenzado a amar a  su conyuge.

A muchos matrimonios se les va el tiempo en lamentos; ella no acepta que su esposo no sea el "principe azul" con el que habia sonado. El no se resigna a que ella no sea la "heroina" de la telenovela que se imaginaba.

Lo cierto es que los principes azules y las heroinas de la pelicula solo existen en las mentes de los poetas. En el matrimonio solamente existe ese esposo y esa esposa con sus defectos chocantes, pero tambien con sus multiples virtudes. Es el padre o la madre de esos hijos que Dios ha regalado. Es el esposo o la esposa que el Senor ha permitido encontrar en los misteriosos caminos de la vida. Es el esposo o la esposa a quien se ha jurado amor para toda la vida, junto a un altar.

San Pedro, como persona casada que fue, daba un sabio consejo a los matrimonios; les decia: "Tengan un mismo pensar y un mismo sentir, con ternura, con amor fraternal...No devuelvan mal por mal o un insulto, al contrario, devuelvan una bendicion..." (1 P 3, 8-9).
Para llegar a ese "mismo pensar y sentir", del que habla San Pedro, es indispensable el dialogo. Es el medio eficaz para conocer el punto de vista del propio conyuge . Para saber por que llora, por que sufre, por que reacciona en determinada forma. Cuales son sus gustos y que le molesta y le tortura. Lastimosamente los esposos hablan muy poco. A veces creen que dialogar es atacar verbalmente al otro, echarle en cara con ira sus desaciertos. Esto conduce a nada positivo. Al contrario, empeora las situaciones. Abre heridas dificiles de cerrar.

Los novios se caracterizan por el "mucho hablar"; siempre encuentran un pretexto para llamarse por telefono, para comunicarse. Los esposos, en cambio, se caracterizan por su comunicacion reducida a la minima expresion. Por eso abundan los malos entendidos, la falta de comprencion, el litigio verbal, que hiere como un latigo, y distancia a los conyuges.

Si esposo y esposa "dialogaran" mas, pelearian menos, y llegarian mas facilmente a ese "mismo pensar y mismo sentir" a que alude San Pedro. Esposo y esposa deberian resucitar aquellos dulces dialogos que los hacian tan felices. Deberian desempolvar los piropos de otros tiempos que sanaban las heridas que mutuamente se habian causado. Dialogar es aprender a vivir en paz.

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